La libertad está en los muros

En un mundo en el que no son pocos los países que instalan muros para limitar, impedir o reducir la circulación entre las fronteras, un proyecto del artista Aram Bartholl utiliza el ladrillo y el cemento para difundir
información y replantear el concepto de libertad.

En el 2010, este alemán inició su proyecto que llamó ‘Dead Drops’, el cual consiste en que cualquiera pueda insertar una USB en un muro para que las personas –sean quienes sean- compartan información.

En sus palabras, ‘Dead Drops’ “es una red anónima offline de intercambio de archivos en espacios públicos. Las memorias USB son empotradas en muros, edificios y esquinas accesibles a cualquiera, en el espacio público. Todo el mundo está invitado a dejar o copiar archivos en ‘Dead Drop’”.

Bartholl, como buen alemán, lleva un conteo de participantes, por lo que sabe que en Colombia existen tres memorias que hacen parte del proyecto ‘Dead Drops’, dos en Bogotá y una en Cali. Lamentablemente ninguna de ellas está en funcionamiento.

Los sitios en los que se instalan las memorias hacen que acceder a las USB resulte incómodo, pues se debe conectar la computadora directamente al muro, cosa que no detiene a los que se quieren unir. Esto, aunque hay casos extremos como la memoria que fue instalada en un muro de una escalera eléctrica en Alemania. Pero, en general, basta con recostarse en la pared o sentarse en piso para compartir información. Una que tiene que ver con lo inesperado pues, a ciencia cierta, nadie sabe qué pueda contener una de estas memorias.

Más allá de la pregunta recurrente (y casi desgastada) de si algo es arte o no, hay que decir que, por lo menos, es una intervención en espacio público que convoca a personas que ni siquiera se conocen.

En ese sentido el semiólogo bogotano Armando Silva dice: “Es un tipo de archivo que vale más por el archivo en sí mismo que por lo que diga. El archivo es un elemento del arte contemporáneo. Es una intervención en espacio público –cosa común en el arte contemporáne. Lo que sí veo es la construcción del archivo. Si se tiene en cuenta parte del pensamiento de Jacques Derrida, en este caso resulta más importante el archivo mismo que la información que se almacena. Algo parecido a las fotos que se toman las personas y que nunca las ve nadie, pero que sí se archivan”.

Bartholl creó el proyecto durante una residencia artística en Nueva York, en Eyebeam, un estudio sin fines de lucro que apoya la realización de experimentos colaborativos relacionados con tecnología. En la fecha en que se escribió esta nota (a comienzos de la semana anterior) el proyecto contaba con 1.666 USB en 80 países y una capacidad de almacenamiento total de 12.355 GB.

Digamos que como referencia, que es normal que se ofrezcan computadores de oficina hasta de un mil gigas (1TB). Así que es como si hubiera en el mundo una docena de computadores empotrados en las paredes.

Las primeras USB las puso el artista en Nueva York. La primera de ellas, el 11 de julio de 2010, tiene una capacidad de 2 GB y ¡aún está en funcionamiento! El 30 de julio de 2014 se instaló una memoria de 2 TB en la ciudad de Willis (Michigan, Estados Unidos) que actualmente es la ‘Dead Drop’ de mayor capacidad en funcionamiento.

Por supuesto, las memorias están expuestas a vandalismo y a las inclemencias del tiempo. Algunas ‘Dead Drops’ se han roto, otros han sido robados y otras han dejado de funcionar, pero la mayoría todavía cumplen con su propósito de compartir información con todos los que quieran y puedan acceder a ella.

Un manifiesto
Como es común en los movimientos de arte, este proyecto tiene un manifiesto en el que Bartoll asegura: “Cualquiera puede acceder a los ‘Dead Drops’ y también instalar uno en su ciudad, debe ser de acceso público, es decir, uno instalado dentro de edificios cerrados o lugares privados cuyo acceso es limitado o temporal no es un ‘Dead Drop’. Un verdadero elemento que haga parte del proyecto debe ser montado como un dispositivo de almacenamiento masivo, editable, legible y sin ningún programa preinstalado”.

Pero ojo: el único archivo que debe tener la memoria al momento de ser instalada es “léeme.txt” donde se explica el proyecto. Al ser de participación pública cualquiera puede instalar uno de estos dispositivos guiándose por las instrucciones de la página https://deaddrops.com/es/
Por supuesto este tipo de intercambio de información está expuesta a riesgos, como todos los intercambios. Bartholl agrega que “las memorias USB con código malicioso son un problema general, además pueden (y serán) usadas indebidamente en beneficio del software malicioso, la recomendación es ¡Ten cuidado! y ¡Protege tu sistema!”.

Bartholl finaliza el manifiesto asegurando: “En una época de crecimiento de la ‘nube’ y de modernos y elegantes dispositivos sin acceso a los archivos locales, necesitamos replantearnos la libertad y difusión de información ¡El movimiento ‘Dead Drops’ es un camino para el cambio! ¡Libera tu información al dominio público en cemento! instala tu propio dispositivo ahora y baja de la ‘nube’ tus archivos hoy”.